31 38'S:50 24'W,

El lunes al levantarme para hacer mi segunda guardia me sorprendí al asomarme al cockpit y encontrarme con olas de 3 metros y medio, acompañadas con vientos que indudablemente alcanzaban la fuerza 7, quizas 8. Al piloto automático le resulta imposible timonear con semejantes olas a favor, por lo cual me vi obligado a timonear las tres horas seguidas. Nunca antes habíaa tenido tal oportunidad, y debo confesar que al principio los nervios eran bastantes, pero terminé gozandome de tal manera que no pude evitar relacionarlo con mi experiencia en tabla; la adrenalina de planear a fondo sobrevelado, con miedo de catapultarse, es muy comparable con la de barrenar a 12 nudos esos paredones evitando irse a la orza, traslucharse sin querer, perder el control o pegarse algn otro palo. Además, estas condiciones en el océano otorgan al navegante ciertos privilegios, como el de ver las manchas turquesas mezcladas con la espuma de la poderosa rompiente, que contrasta con el oscuro azul de las aguas agitadas marcadas por las incesantes rachas de al menos 30 nudos. Una vista maravillosa, de la mano de un ruidaje que a algunos aturde, pero eran música para mis oídos,
además del rock pesado que no me resistí a escuchar en el ipod. Salí medio masoquista, puede ser. Sin embargo fuimos prudentes con las velas y los peligros: empezamos con la mayor rizada y el genoa a medio enrollar, y terminamos arriando la mayor para ganar control. De todas formas mantuvimos bastante la velocidad. Venimos bien, nunca bajamos de los 6 nudos, y la gran mayoría de las veces vamos a 8, 9, e incluso 10 u 11 en alguna barrenada. La verdad que hasta ahora ligamos mucho con la dirección y la intensidad del viento.

Esperemos siga asi.

Hasta pronto, Gastón