Para culminar esta memorable travesía, el viento fue aflojando a unos ideales 12 a 15 nudos, bajo mucho la ola y pudimos disfrutar de la última tarde de océano navegando con muy buena velocidad, sin sacudones ni salpicaduras, a pleno sol y con un aire fresco,súper agradable.

Y la frutilla de la torta, llegó como el té de los ingleses, a las 5 de la tarde. Nos visitaron una veintena de delfines, que jugaron un buen rato en la proa, mostrando su destreza y ese inconfundible estilo juguetón. Un verdadero placer visual! Mejor despedida no podíamos pedir para esta larga y trascendente etapa del viaje del Faith!